Llevo ya muchas semanas disfrutando del regreso discográfico del combo sueco The Barbwires, Searider. Día a día, escucha a escucha, no hago más que volver a verificar lo que supe desde la primera audición: este es uno de los mejores trabajos instrumentales de la última década, y seguro que me quedo corto en el tiempo.
En el fondo, soy consciente de esta afirmación desde el día en que su guitarrista y compositor, Mike Barbwire, me contactó para preguntar como se escribía correctamente en castellano La caja del muerto, y adjuntó el susodicho tema. Tras la calida y hawaiana introducción que supone Ka Le o Ke Kahuku, con ukelele y steel guitar deslizándose sobre un efecto de surcos desgastados, arranca esa maravilla, uno de las más poderosas y cautivadoras piezas instrumentales que estos oídos han escuchado nunca. Las secciones de vientos y cuerdas son sobrecogedoras. Cuando los violines marcan el ritmo el cuerpo se tensa esperando una oscura aparición. Y ahí está, el asesino protagonista de este episodio es uno de los mejores riffs de guitarra que ha dado el rock instrumental, y cuando digo uno de los mejores lo comparo con el Misirlou de Dick Dale. Lo digo muy en serio, no tiene nada que envidiarle. La Caja del Muerto es obra de un nuevo genio del siglo XXI.
Llegados a este punto, la preocupación se centra en lo que queda por llegar. ¿Cómo mantener el nivel de algo como esto? Pues aún así, aunque haya que pensárselo más para catalogarlos como obras maestras, escasos momentos del resto del álbum bajan del sobresaliente. Go Go Gasoline es un temazo hot-rod con toque de twang que te transporta a las gradas de un viejo circuito de dragsters. The Cheater apuesta por una sensación de velocidad similar, con un tempo más rápido pero menos efectivo. El comienzo suave de Waimanlo se trasforma en una atmosférica pieza de cinco minutos en donde recobran su protagonismo ukeleles y vientos. Aunque para sensación de relax, Shelter from the sun, en donde las palmeras agitadas por la brisa te llevan a un barco anclado en una playa cinematográfica y paradisíaca. Algo así como un nuevo Sleepwalk, que puedes poner y volver a poner, para que haga de banda sonora a un momento de felicidad y evasión. La calma se quiebra con Blood on the waves, los vientos y riffs hacen honor al título, huelen a peligro...demoledora. Searider marca otro de los momentos estelares del disco: intro de theremin. Saxo, trompeta y trombón destilando swing, a medio camino entre el gangster y el agente secreto. Un vibráfono acompañando los riffs. La producción de este tema es una caja de secretos, en donde siempre hay algo nuevo por descubrir. Springbreak sería un gran tema en muchos otros trabajos, aquí se queda por debajo de la media. Todo lo contrario que You Son of a Beach. Pocas veces una pieza de este calibre ocupa la penúltima posición de un disco. Otro de los pasatiempos en los que podemos pasar minutos redescubriendo arreglos y juegos de producción. El final, con Rauk Ref., apuesta por el lado más sosegado del disco. Recuerda a The Sandals, quizá no es casualidad que acostumbren a versionar Endless Summer en sus directos.
Llegados a este punto poco queda por añadir. Comentar que el trío nuclear de la banda se ha hecho acompañar por la Blue Ocean Orquestra. Que no podemos imaginarnos el esfuerzo que debe conllevar un trabajo con estas dimensiones de producción. Que Brian Wilson y Dick Dale estarían orgullosos. Que en la música instrumental quedan muchas cosas por decir y puertas por abrir.
El disco está editado por el sello Kook y aquí en España lo distribuye Sleazy Records. SEARIDER, así, con letras bien grandes, como le gustaba hacer a Bob Keane en los años sesenta. Un disco mayúsculo se merece un título inmejorable.
Diego R.J.
En el fondo, soy consciente de esta afirmación desde el día en que su guitarrista y compositor, Mike Barbwire, me contactó para preguntar como se escribía correctamente en castellano La caja del muerto, y adjuntó el susodicho tema. Tras la calida y hawaiana introducción que supone Ka Le o Ke Kahuku, con ukelele y steel guitar deslizándose sobre un efecto de surcos desgastados, arranca esa maravilla, uno de las más poderosas y cautivadoras piezas instrumentales que estos oídos han escuchado nunca. Las secciones de vientos y cuerdas son sobrecogedoras. Cuando los violines marcan el ritmo el cuerpo se tensa esperando una oscura aparición. Y ahí está, el asesino protagonista de este episodio es uno de los mejores riffs de guitarra que ha dado el rock instrumental, y cuando digo uno de los mejores lo comparo con el Misirlou de Dick Dale. Lo digo muy en serio, no tiene nada que envidiarle. La Caja del Muerto es obra de un nuevo genio del siglo XXI.
Llegados a este punto, la preocupación se centra en lo que queda por llegar. ¿Cómo mantener el nivel de algo como esto? Pues aún así, aunque haya que pensárselo más para catalogarlos como obras maestras, escasos momentos del resto del álbum bajan del sobresaliente. Go Go Gasoline es un temazo hot-rod con toque de twang que te transporta a las gradas de un viejo circuito de dragsters. The Cheater apuesta por una sensación de velocidad similar, con un tempo más rápido pero menos efectivo. El comienzo suave de Waimanlo se trasforma en una atmosférica pieza de cinco minutos en donde recobran su protagonismo ukeleles y vientos. Aunque para sensación de relax, Shelter from the sun, en donde las palmeras agitadas por la brisa te llevan a un barco anclado en una playa cinematográfica y paradisíaca. Algo así como un nuevo Sleepwalk, que puedes poner y volver a poner, para que haga de banda sonora a un momento de felicidad y evasión. La calma se quiebra con Blood on the waves, los vientos y riffs hacen honor al título, huelen a peligro...demoledora. Searider marca otro de los momentos estelares del disco: intro de theremin. Saxo, trompeta y trombón destilando swing, a medio camino entre el gangster y el agente secreto. Un vibráfono acompañando los riffs. La producción de este tema es una caja de secretos, en donde siempre hay algo nuevo por descubrir. Springbreak sería un gran tema en muchos otros trabajos, aquí se queda por debajo de la media. Todo lo contrario que You Son of a Beach. Pocas veces una pieza de este calibre ocupa la penúltima posición de un disco. Otro de los pasatiempos en los que podemos pasar minutos redescubriendo arreglos y juegos de producción. El final, con Rauk Ref., apuesta por el lado más sosegado del disco. Recuerda a The Sandals, quizá no es casualidad que acostumbren a versionar Endless Summer en sus directos.
Llegados a este punto poco queda por añadir. Comentar que el trío nuclear de la banda se ha hecho acompañar por la Blue Ocean Orquestra. Que no podemos imaginarnos el esfuerzo que debe conllevar un trabajo con estas dimensiones de producción. Que Brian Wilson y Dick Dale estarían orgullosos. Que en la música instrumental quedan muchas cosas por decir y puertas por abrir.
El disco está editado por el sello Kook y aquí en España lo distribuye Sleazy Records. SEARIDER, así, con letras bien grandes, como le gustaba hacer a Bob Keane en los años sesenta. Un disco mayúsculo se merece un título inmejorable.
Diego R.J.
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